Valdría la pena que como resultado de un esfuerzo conjunto entre la academia, el gobierno y el mundo empresarial hiciésemos un alto para analizar las verdaderas condiciones que se imponen en el mercado colombiano y a las cuales nos deberíamos someter más por cuestiones sociales y humanas que por las estrictamente económicas. Más allá de las teorías extranjeras y los principios generalizantes adscritos a la tradicional concepción y práctica del marketing, sería oportuno y justo considerar el impacto que éstas tienen en las circunstancias particularmente limitantes como las que actualmente vivimos en el país y tomar decisiones que aunque desinflen un poco las cuentas bancarias empresariales y del tesoro público sirvan de empuje a unas capas poblacionales que se ahogan en medio de sus enormes carencias. Entender en este marco de realidades al consumidor colombiano en la mitad de sus miedos, sus angustias y sus preocupantes bajos niveles de salario que escasamente le alcan
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