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Mostrando entradas de junio, 2017

LA ÚLTIMA LÁGRIMA. Dagoberto Páramo Morales

Duele, sin duda, la muerte en forma repentina o como consecuencia de una penosa enfermedad de un familiar, de un allegado, e incluso de un personaje de amplio reconocimiento popular. Las fibras se sacuden y los huesos parecen resquebrajarse por ese interminable estado de desazón que nos persigue cuando alguien cercano a nuestros más puros afectos ha de alejarse físicamente de nuestros espacios más íntimos. Las ilusiones se obnubilan en medio de la angustia, el desespero, y el enorme vacío que nos traspasa, a dentelladas, sin pedir permiso y queriendo arrasar con nuestro más sensible resquicio de equilibrio y balance emocional. El corazón compungido y abatido, se encoge, se achica y se estira bajo el alocado compás que nos acobarda por más que nuestros deseos se intensifiquen para sacarnos del abismo, del lodo que nos envuelve. Sin embargo y como expresión de una de las particulares paradojas que caracterizan a parte de la tradicional idiosincrasia occidental, la muerte ha sido c

CONGRESISTAS. Dagoberto Páramo Morales

Ojalá algún día tanto senadores como representantes a la Cámara puedan dimensionar el verdadero peso que tiene su imagen en los reales niveles de aceptación que puedan tener entre sus potenciales o actuales electores. Bueno, si eso les importara realmente. Si lograran comprender la efectiva trascendencia que reviste la imagen de marca de cualquier producto, sea éste tangible o intangible, en la recompra –lealtad- muy seguramente aprovecharían de mejor manera las cámaras de televisión que cada semana les son puestas a su disposición. Con ello dejaríamos de ver ese triste espectáculo semanal que deja mucho que desear de los llamados “padres de la patria”, responsables de todo el enjambre jurídico que regula nuestras vidas y las de los nuestros. Las situaciones que allí pueden apreciar quienes, interesados en la cosa pública y la influencia que ésta tiene en el devenir de los negocios “gastan” horas y horas frente a la pantalla chica, no tienen nombre. Con honrosas y contadas excepc

ATENDIDO POR SU PROPIETARIO. Dagoberto Páramo Morales

Lástima que esta máxima de tanto arraigo popular se nos haya extraviado entre tanta “ revolucionaria ” teoría de marketing que importada de los países desarrollados nos ha acompañado recientemente tanto en los claustros universitarios como en la práctica de los negocios colombianos. Duele saber que su esencia y su filosofía, haya sido dejada de lado para copiar modelos y teorías que por corresponder a otros entornos poco o nada han logrado impactar los niveles de competitividad alcanzados por las organizaciones empresariales a nivel nacional. Al aceptar y adoptar –infortunadamente no adaptar- el cúmulo de conocimientos que nos vienen de afuera, se nos ha olvidado que el marketing tiene un carácter contextual y que en tanto que tal, no existen verdades universales que puedan ser trasladadas de manera mecánica de un lado a otro como si fueran muebles inertes y sin vida. Produce tristeza saber que esta “ escuela de pensamiento ” del marketing a la colombiana de enorme trascendencia en

EL REGATEO. Dagoberto Páramo Morales

  Seguramente para quienes todos los días asumimos el papel ya sea de compradores o de vendedores de bienes y servicios nada extraño debe parecernos hablar del regateo como una de las más tradicionales prácticas de los negocios a la colombiana. Para nadie debe ser un secreto este acostumbrado “ tire y afloje ” establecido entre el vendedor quien se esfuerza por “ tumbar ” al otro y el comprador quien hace todo lo posible por salir bien librado. Unos queriendo “darle por la  cabeza ” al otro y el otro a no dejarse por nada del mundo. Al amparo de esta particular forma de negociación el juego de poder entre unos y otros es cada vez más contrastante. Se escuchan de lado y lado los más insólitos argumentos para no decepcionar a la contraparte que a su vez también se reconforta con rutinarias frases que como perorata se repite en busca de calmar la angustia y la zozobra que produce el hecho de no haber sabido negociar. De igual manera se asumen las más falaces actitudes para hacerle