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MARKETING PARA MAÑANA. Dagoberto Páramo Morales


Valdría la pena que como resultado de un esfuerzo conjunto entre la academia, el gobierno y el mundo empresarial hiciésemos un alto para analizar las verdaderas condiciones que se imponen en el mercado colombiano y a las cuales nos deberíamos someter más por cuestiones sociales y humanas que por las estrictamente económicas. Más allá de las teorías extranjeras y los principios generalizantes adscritos a la tradicional concepción y práctica del marketing, sería oportuno y justo considerar el impacto que éstas tienen en las circunstancias particularmente limitantes como las que actualmente vivimos en el país y tomar decisiones que aunque desinflen un poco las cuentas bancarias empresariales y del tesoro público sirvan de empuje a unas capas poblacionales que se ahogan en medio de sus enormes carencias.
Entender en este marco de realidades al consumidor colombiano en la mitad de sus miedos, sus angustias y sus preocupantes bajos niveles de salario que escasamente le alcanzan para subsistir, sería una gran ayuda para una población que la reclama con ahínco y necesidad suprema. Adaptarse a ello no sería solamente una condición para ser exitosos en un mercado cada vez más competido, sino que podría coadyuvar a que esos mismos consumidores, hoy débiles y sin capacidad económica, se conviertan mañana en clientes leales, dispuestos a alcanzar parte de sus más caros anhelos con el concurso de todos pero sobre todo con el de las empresas que se lo posibiliten y el del Estado colombiano cuya indolencia es pasmosa e incomprensible ante tan trágicas circunstancias que nos azotan sin pedirnos permiso.
Tarea nada fácil dado que ello conllevaría a rebobinar la acostumbrada programación que nos han cincelado desde nuestros primeros días de vida. Sería, sin duda, darle un vuelco, temporal eso sí, a las rancias teorías y modelos que han alumbrado el espíritu capitalista de nuestra sociedad en los últimos años. Significaría, tal vez, caminar en sentido contrario, a las tendencias economicistas que han dominado los pasillos de las escuelas de negocios y los de las instituciones estatales y que han carcomido nuestras mentes acostumbradas ya a mirar las cifras inmediatas en índices y muestras inmediatistas.
En este sentido, se debería recurrir a las estrategias de marketing (oficiales y privadas) que supediten el corto al largo plazo convirtiéndolo no solamente en un acierto histórico por las naturales implicaciones sociales que ello trae, sino que al hacerlo, se lograrían abrir las puertas hacia una sociedad más justa y de mayor bienestar social como la que los profesionales de marketing pretendemos promover a través del efecto de las acciones empresariales que detrás de los escritorios emprendemos.
Tendríamos que, es claro, acostumbrarnos a mirar la reducción de las utilidades y los ingresos al tesoro público de hoy como una inversión para mañana, lo cual seguramente no será bien visto tanto por muchos fabricantes y distribuidores nacionales y extranjeros operando en los mercados colombianos, como por unas instituciones estatales más preocupadas por otros intereses, asociados a los asuntos cambiarios y monetarios cuyos efectos realmente no se sienten. Menos lo será el hecho de contraer temporalmente el tamaño de la voracidad despiadada y de los modelos de desarrollo capitalista a ultranza donde los niveles de desempleo son tan gigantescos que no se pueden tapar aunque algunos se esfuerzan por disfrazarlos a través de unas cifras oficiales que poco comprendemos
A pesar de la insensibilidad que se ha apoderado de nuestras almas, incluyendo las de nuestros más encumbrados gobernantes, confiamos en que aún existen empresarios que mirando el futuro sean capaces de tomar los caminos estratégicos que mitiguen este difícil trance que nos está carcomiendo el espíritu y la ilusión, con unos ojos mucho mas conscientes de las dificultades que en conjunto padecemos.
Sabemos y por fortuna conocemos a algunos empresarios que en el límite de sus posibilidades económicas y sociales van a buscar sensibles reducciones de precios, atractivas promociones de ventas, ágiles y más baratos mecanismos de distribución, y expeditos mecanismos de comunicación de sus productos que contribuyan a reducir sus costos, entre otras acciones de marketing. También esperamos que las decisiones oficiales consideren la dimensión de las circunstancias que vivimos sobre todo cuando de incremento de tributos se trata. Todas ellas en función de una demanda contraída y lastimada que reclama un tratamiento más de acuerdo con la realidad recesiva que aún estamos viviendo.
Nada de malo tendría dejar un poco de lado nuestros claros tintes de egoísmo clasista para transformarlos en alientos esperanzadores de unas mañanas menos tristes para una buena parte de la población. Por el contrario, sobrarían las sonrisas y el agradecimiento de millones de personas llenas de las tercas ilusiones a las que se resisten a renunciar.
Sabemos que a pesar del eco que pueda tener esta propuesta muchos continuarán dejándose encandilar por la potencia de los rayos que el poder del dinero ejerce sobre nosotros en el inmediato futuro, pero también suponemos que habrá otros, ojalá muchos, que darán lo mejor de sí para asimilar este nuevo horizonte para el que culturalmente no estamos preparados puesto que nos pesa la cotidianidad, el día a día, el hoy y poco o nada el mañana. Sencillamente nos resistimos a renunciar a nuestro sagrado de soñar así sea con los ojos abiertos y a plena luz del día.

ALFILER: Es increible la desvergonzada forma como algunos partidos políticos han torpedeado el proceso de consolidación del proceso de paz que se ha venido gestando en el país desde la desmovilización de las FARC. Es inadmisible que por cálculos electorales se echen por la borda las esperanzas de una buena parte de la población que ha padecido las inclemencias de la guerra. ¡Qué miserableza humana! ¿A dónde iremos a parar con esta caterva de dirigentes políticos que solo piensan en sí mismos y en los intereses de los de su propia clase social o económica?


Instagram: dagobertoparamo

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