En medio de las grandes dificultades en la consecución de un empleo estable en Colombia, el marketing personal se ha erigido en una alternativa para ayudar a definirse como un producto susceptible de ser adquirido por quienes estén interesados. Entendiendo el marketing personal como un "proceso socio-cultural de intercambio de beneficio mutuo entre un individuo y los mercados sociales, profesionales y laborales con los que establece interacciones permanentes", la marca personal, -el sello propio-, se convierte en un claro distintivo de cada individuo.
Aceptando también que las marcas no nacen, sino que se hacen durante la existencia del producto al que representan en la mente de sus potenciales consumidores, el individuo que desee sacar provecho de las ventajas de ser percibido de manera diferente, debe planear su propio proyecto de vida que implica un plan en el nivel personal y otro en términos profesionales.
La marca propia, la imagen que corresponde a la personalidad de cada individuo y a su experticia profesional y laboral, debe irse edificando a partir de un genuino y riguroso diagnóstico que lleve a cada persona a conocerse a sí mismo, a gerenciar su propia vida, a delinear el recorrido que quiera hacer para satisfacer sus necesidades y sus deseos y los de su familia. A partir de este ejercicio de cuidadosa y equilibrada revisión de las potencialidades de cada quien, la interacción con los diferentes mercados a los que debe conquistarse y conservarse, es el imperativo que debe guiar a cada persona.
Emerge en primer lugar el círculo más cercano en el
que se desenvuelve cada individuo: la familia y los parientes más inmediatos.
Así se aprende a vivir con alegría en el más profundo respeto al hijo, al cónyuge,
al hermano, al primo, a toda la familia. Todos deben conformar un grupo feliz
donde reine la armonía, el buen vivir pero sobre todo la comprensión y la
solidaridad. Para ser un buen profesional se requiere ser una “buena persona”;
es decir, deben mantenerse precisas y adecuadas relaciones interpersonales.
Ello exige partir de conocerse a sí mismo para que desde allí sea posible
proyectar sus propias potencialidades, con respeto y auténtica alegría de lo
que se quiere y lo que se puede lograr.
De otro lado, surge el mercado laboral y profesional
que debe conocerse en todas sus complejidades. De acuerdo con su realidad
competitiva cada persona que lo quiera conquistar debe aprender a mostrarse con
sus auténticos elementos diferenciadores que le permitan ser percibido como un
producto de características únicas e irrepetibles. Las habilidades y destrezas
profesionales pasan por descubrir su propio estilo de trabajo, pero sobre todo,
por saber definir su propio sello profesional que lo distinga de los similares.
De no lograrse contundentes factores diferenciadores, el mercado laboral y
profesional no tendría razón alguna de contratar sus servicios.
De esta manera, se va construyendo una marca
personal, un sello propio, en toda su dimensión. Tarea no fácil, por supuesto,
dada la feroz competencia que en el mercado laboral se vive a lo largo y ancho
del país; tampoco es imposible.
Si bien es cierto no existe una efectiva guía que
conduzca a que cada persona alcance su propio éxito, algunas preguntas pueden
sugerirse como un referente de acción: ¿Quién es usted? ¿Cómo son sus
reacciones? ¿Cuál es su meta? ¿Qué hace
usted? ¿Cuál es su especialidad? ¿Por
qué la gente lo debe tener en cuenta? ¿Cómo lo van a clasificar? ¿Conoce sus
propias fortalezas? ¿Pregunta antes de llegar a
conclusiones respecto a algo? ¿Tiene
mentores que lo apoyen? ¿Cultiva su imagen? ¿Invierte en usted mismo? ¿Siempre da las
gracias?
El marketing personal nos
impone una verdadera reflexión para aprender a vendernos como personas, como
profesionales; somos una marca que creamos a lo largo del tiempo con
disciplina, entrega y sacrificio. Cuando se hace como es debido, los beneficios
son innegables.
ALFILER:
A medida que se acercan las elecciones, ha venido aflorando la catadura moral y
ética de algunos de los candidatos a la presidencia del país. Tras los clásicos
e insulsos argumentos de que la “política
es dinámica”, algunos de ellos no les ha importado hasta vender el alma al
diablo con tal de conseguir unos cuantos votos que los ilusione llegar a la
Primera Magistratura de la nación. Hay qué ver cómo, quienes erán “acérrimos”
contradictores y hasta “enemigos”, ahora se juntan sin el menor escrúpulo por
sus electores y su propio futuro. El todo vale parece imponerse en la mayoría
de los candidatos. ¡Lo que hay que ver!
Instagram:
dagobertoparamo
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