Y ahora hasta los partidos políticos con sus no muy claramente
diferenciadas “plataformas programáticas” también han intentado utilizar los
conceptos del marketing para alcanzar sus objetivos electorales. Muchos de
ellos han recurrido a “expertos” internacionales a quienes se les ha
magnificado el verdadero impacto de sus conocimientos y experiencia, no siempre
con halagadores resultados. Aún no se ha comprendido que el marketing no es una
técnica y que por lo mismo las estrategias y tácticas utilizadas exitosamente
en un mercado pueden ser un rotundo fracaso bajo condiciones socioeconómicas
distintas, incluso similares. No se ha dimensionado aún que el marketing no
obedece a la aplicación más o menos precisa de un cierto conjunto de técnicas
amparadas bajo una teoría generalmente aceptada, sino que el marketing como
proceso social, debe responder a unas condiciones contextuales e históricas
específicamente determinadas.
En este sentido, debe entenderse que la concepción e implementación del
marketing electoral –no el político (tema de una próxima columna)- debe estar
dirigida por el objetivo fundamental de cada comicio electoral: ganar la
contienda, alcanzar el escaño en una corporación pública, llegar a la primera
magistratura a nivel nacional, departamental o municipal. Así, una campaña será
exitosa sólo en la medida en la que se “ganen las elecciones”, a no ser que lo
único pretendido por el partido o grupo político en contienda sea el de
“contar” sus simpatizantes y nada más.
Desde esta perspectiva, en Colombia la concepción y estructuración de
una campaña electoral deben estar precedidas de un cuidadoso y detallado
estudio del mercado de los potenciales votantes tanto desde su óptica histórica
(recurriendo a las cifras de votaciones pasadas) como desde las preocupaciones
coyunturales que los agobian. Esto significa, en otras palabras que conocer las
características socioeconómicas de los potenciales votantes, sus historias y
sus rasgos de personalidad, sus actuales condiciones de vida, las influencias
que recibe en su comportamiento cotidiano, sus actitudes políticas medidas en
términos de su temperamento político, sus preocupaciones, sus opiniones
respecto a la problemática nacional, y su posición frente a candidatos y
partidos políticos, debe ser el punto de partida de cualquier grupo, persona o
movimiento político que pretenda lanzarse a la conquista de un mercado
electoral colombiano tradicionalmente esquivo, desmoralizado y sobre todo
bastante apático e incrédulo.
De igual manera, estudiar los partidos, los grupos y los movimientos
políticos competidores (partidos oficiales, movimientos sociales, indigenistas,
religiosos), sus programas y los candidatos oponentes por ejemplo, debe ser un
imperativo ineludible antes de buscar financiamientos para inaugurar “sedes
políticas” que con bombos y platillos solo dilapidan esfuerzos y energías, o
antes de establecer organizaciones electorales con comités y activistas
profesionales que en nada contribuyen al objetivo principal.
Es, entonces, únicamente a partir de este preciso conocimiento del
mercado electoral como es posible establecer no sólo las diferentes estrategias
a utilizar para cada uno de los segmentos a persuadir (fieles, seguidores,
indecisos, abstencionistas) sino, sobre todo, la forma, el momento y los medios
de comunicación más eficientes para lograrlo. Practicar el marketing electoral
significa, en síntesis, dejar a un lado aquellos discursos “veintejulieros” tan
en otrora utilizados que ya a muy pocos incautos embaucan. Debe recurrirse al
marketing como disciplina social que tan buenos dividendos ha dejado para
quienes se han decidido a practicar sus más importantes y sencillos postulados.
Hoy pesan más los simbolismos de partidos, candidatos y promesas que las
racionalidades asociadas a lo que le conviene al país. Seguiremos profundizando
sobre el tema.
ALFILER:
En definitiva Colombia es un país único e irrepetible. ¿Desde cuándo
reconocidos dirigentes y militantes de diferentes partidos políticos se
convirtieron en candidatos cívicos y para posar de independientes se dedicaron
a reunir firmas por todo el territorio nacional? Y lo peor de esta falsa
postura política, es que todos ellos presentaron firmas que fueron invalidadas
por múltiples razones. ¡Qué descaro! Querer engatusar a la gente mostrándose
como seguidos por mucha gente, no solo es engañoso y falaz, sino que muestra su
catadura corrupta o, al menos su falta de seriedad y rigurosidad ética y
profesional.
Instagram:
dagobertoparamo
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