A pesar de la innegable importancia
que ha venido adquiriendo el marketing muchas personas aún no han logrado
comprender su verdadera esencia. El desprecio por las condiciones específicas
que enmarcan y determinan el consumo como motor de nuestra sociedad ha
conducido a que muchas empresas hayan cometidos inaceptables errores que se han
traducido en sensibles pérdidas económicas y financieras.
Se ha “olvidado” que el marketing en
Colombia solo tendrá mayor validez e impacto social cuando sea concebido y
practicado como una expresión cultural en la que converjan valores, creencias,
costumbres y tradiciones provenientes de nuestra historia y de nuestros
ancestros más remotos.
Así, valdría la pena que entendiéramos
o, por lo menos aceptáramos sin sonrojarnos, el pasado que recorre nuestras
venas y nuestra propia idiosincrasia. Ojalá pudiéramos aceptar sin vergüenza
alguna que somos el resultado de un multiculturalismo que nos viene desde la
conformación de nuestra nacionalidad y que se remonta a nuestros propios
orígenes mucho más complejos de lo que nuestros profesores y maestros nos
contaron.
Infortunadamente todavía no hemos
podido comprender a Colombia en su propia diversidad para desde allí concebir y
aplicar el marketing de acuerdo con esa realidad que por compleja a veces
parece extraña y distante. Por ejemplo, nos cuesta trabajo aceptar que nuestra
nacionalidad ha estado signada por nuestros ancestros multiétnicos donde se
cruzan nuestros orígenes europeos, africanos e indígenas con diferentes matices
y tonalidades.
El mestizaje cultural nos ha
marcado pues sus componentes no solo fueron diversos en su origen, sino
mezclados de manera diferente. Habían tantas diferencias entre chibchas, muiscas,
pijaos, quimbayas o guajiros, como entre los españoles que venían de distintas
regiones de la península y con diversos ascendientes y sellos de clase.
De igual manera, no solo los
africanos procedentes de las costas de África Occidental pertenecían a culturas
disímiles como la mandinga, viáfra, lucumí, bantú, caravalí, entre otras, sino
que los procedimientos esclavistas de aislarlos para evitar levantamientos y
sublevaciones imposibilitaron la configuración de cualquier clase de
homogeneidad entre ellos.
Es esta inobjetable realidad
asociada a nuestro pasado la que explica la existencia de una serie de
comportamientos y prácticas comerciales que vistas desde países y economías
desarrolladas, podrían ser consideradas como atrasadas y en vías de extinción. Es
desde allí desde donde nos viene la enorme diversidad cultural entre regiones
que cada vez se hace más evidente y cuyo impacto sobre la concepción e
implementación de un marketing aún no hemos dimensionado en su justa
perspectiva.
Apoyados en esta histórica diferenciación
de las distintas manifestaciones culturales que en Colombia se sienten por
doquier, es que académicos y gerentes debemos potenciar nuestra energía vital
para que desde el mercadeo podamos definir adecuados métodos y estrategias que
permitan comprender consumidores y conquistar compradores, pero sobre todo,
conservar clientes, en el marco de cada realidad regional, de cada segmento de
mercado.
Solamente así podremos contemplar
en su real extensión las infinitas expresiones comerciales que en la cotidianidad
de los mercados en Colombia siguen manteniéndose vivas, muy a pesar de los
enormes ataques que desde la contemporaneidad se les ha hecho tratando de
imponerse a nuestras tradiciones, a nuestra propia historia.
Ante esta compleja realidad que se
nos presenta tan diferente y diversificada, el mercadeo en Colombia será mucho
más exitoso el día en el que seamos capaces de mirarnos a nosotros mismos desde
nuestra propia realidad y en el marco de nuestras propias circunstancias para
que desde allí podamos concebir e implementar un mercadeo que se corresponda
con estos patrones culturales que nos diferencian y a la vez nos acercan como
nación y como identidad.
Estos son los rasgos que deben
caracterizar el mercadeo a la colombiana que ha comenzado a tomar forma a
partir de muchos casos exitosos que ya se conocen en el país. Por allí debemos
comenzar, desde nuestra propia forma de comprender la esencia de nuestros
mercados y la capacidad que éstos tienen para reaccionar a las estrategias que
coincidan con su propia y particular realidad. No nos dejemos deslumbrar por
los espejos que desde el exterior nos llegan por montones, sigamos construyendo
nuestro original “mercadeo a la
colombiana” que algunos investigadores se han empeñado en desconocer a
pesar de la tozudez y contundencia de las experiencias que a diario vivimos.
ALFILER:
Y de nuevo se inicia la danza de las promesas electoreras y la rasgada de las
vestiduras en la denodada lucha de los politiqueros de turno por la repartición
del pastel burocrático y presupuestal al que tantas ganas le tienen desde
diferentes orillas ideológicas. Es increible el cinismo con el que algunos
quieren aparecer como los redentores del “pueblo
colmbiano”, después de haber ostentado el poder por décadas. Inverosímil
que después de siglos (de una generación a otra) aún se le siga creyendo a los
mismos que han gobernado el país, habiendo postrado la felicidad de millones de
colombianos que hoy siguen viviendo en el ostracismo en el que las clases
políticas dirigentes los han tenido durante siglos.
Instagram:
dagobertoparamo
Comentarios
Publicar un comentario