Aunque
para muchos pueda parecer extraño, incluso sacrílego, los postulados que le han
dado vida al marketing como proceso de pensamiento y acción en las sociedades
contemporáneas también han tocado las estructuras más sensibles de la
religiosidad humana. Pareciera que ante el desbocado embate de la violencia y
los conflictos sociales que se viven en todos los escondrijos de la tierra, la
espiritualidad y la religiosidad como mecanismos de arrepentimiento y salvación
hubieran cogido una fuerza sin precedentes. Por doquier se notan movimientos y
cultos religiosos ofreciendo redención y protección de los males que aquejan a
las sociedades de hoy. En cualquier edificación se ven pastores, curas, y “representantes de Dios en la tierra”
predicando la palabra en su particular interpretación de los mensajes divinos.
Cada congregación con su propio “producto”
en busca de su respectivo “mercado”
también sometido a múltiples y atractivas “ofertas”
que garanticen la posteridad de su propio camino.
De
todo puede verse en la “viña del señor”,
como dirían nuestros abuelos. Desde los fundamentalismos más fanáticos tratando
de justificar la incomprensible y condenable escalada de sus actos, hasta
especializadas organizaciones sin ánimo de lucro como el Instituto Brasileño de
Marketing Católico consagrado a “promover,
difundir e incentivar la utilización de las modernas técnicas de marketing
moderno y de comunicación entre las instituciones católicas” como se
precisa en la motivación central de su existencia.
Al
tenor de este noble objetivo junto al de organizaciones similares se han
organizado distintos eventos (en mayo de 2017 se celebró el 22º Encuentro de
Marketing Católico), se han publicado revistas especializadas (Revista de
Marketing Católico con tirajes de más de 20.000 ejemplares circulando entre las
distintas parroquias brasileñas), se han editado libros (“El marketing social puede ser un instrumento de evangelización”
escrito por Daniel Eber Mendive; “El
marketing aplicado a la iglesia católica” escrito por Kater Filho; “Oratoria pata líderes religiosos”,
escrito por Reinaldo Polito y Rachel Polito), y se han adelantado congresos con
toda la rigurosidad académica que ello implica, en buenos hoteles, con vista al
mar y a precios accesibles. Eventos promovidos y auspiciados por las diferentes
congregaciones católicas que en Brasil reúnen más de 120 millones de fieles,
convirtiendo a este país sudamericano en el de mayor concentración católica del
mundo.
Y
aunque parezca bastante atrevido desde el fervor religioso que caracteriza a
cada sociedad, en todos estos eventos y publicaciones no solamente se han
discutido técnicas para retener “clientes”
a través de estrictos programas de fidelización, sino que bajo el argumento de
que "Jesús fue el mejor publicitario de la
historia y Juan Pablo II es el gran publicitario de este siglo", se
han estructurado meticulosos planes en los cuales alrededor de la
espiritualidad se han concebido las más audaces estrategias y programas de
marketing.
Y
por supuesto que Colombia no es una excepción. Si bien es cierto no se ha
llegado a niveles de tanta especialización y diferenciación, incluso podría
decirse que el tema aún es un tabú, la presencia del marketing en las
diferentes iglesias es sencillamente innegable a pesar de que muchas personas
se rasguen sus vestiduras condenando cualquier reflexión al respecto.
El
cambio de algunos rituales y prácticas católicas en búsqueda de conservar a sus
clientes quienes ya fueron conquistados como compradores y muy seguramente
comprendidos como consumidores desde tiempos remotos, es bastante notorio.
Muchos de estas modificaciones asombrarían a nuestros ancestros si éstos
pudiesen resucitar. Desde la forma de vestir para entrar al “templo de Dios” hasta los diseños de
las edificaciones donde el aire acondicionado en ciertos estratos es una
condición ineludible, así lo atestiguan. Los cánticos que en otrora estuvieran
inundados de una enorme sensibilidad espiritual hoy se han modernizado no
solamente en sus contenidos sino en los instrumentos musicales utilizados.
Por
otro lado, la incesante y agresiva presencia de juiciosos competidores luchando
por los mismos mercados se siente en cada rincón. La proliferación de cultos y
credos religiosos que ha experimentado el país en los últimos tiempos son otra
fehaciente muestra; cada uno de ellos lanzando productos nuevos al mercado en
busca del sueño por todos anhelado: la salvación eterna. La utilización de los
medios de comunicación para masificar los mensajes y con ello llegar a
potenciales feligreses quienes por diferentes impedimentos no pueden acercarse
a sus templos llenos de fe y esperanza. La Biblia sometida a múltiples
traducciones pretendiendo llegar directamente a los feligreses en un lenguaje
más moderno, tratando de acercar a muchos incrédulos quienes en medio de su
incertidumbre se rehúsan a aceptar el poder de la palabra divina. La presencia
de pastores y sacerdotes en la vida social tratando de establecer guías y
normas de conducta que guíen la paz espiritual y reorienten la fe y la
esperanza. Páginas de internet donde también las personas se comunican a través
de “chats” de fe, espiritualidad y
deseo de superación supremas.
En
fin, un marketing ante el cual no debemos asustarnos por nuestra arraigada creencia
de la existencia de temas sagrados y por tanto vedados a la gente del común.
Debemos aceptar aunque mucho nos cueste que vivimos ante un marketing
construido, concebido y practicado alrededor de una religiosidad que en
Colombia no solamente hemos heredado de nuestro cruce de razas y orígenes
distintos, sino a la que le hemos agregado algunos ingredientes de esta vida
contemporánea llena de tecnologías y nuevas alternativas de formación humana y
social.
ALFILER:
Definitivamente la corrupción nos ha llegado hasta la médula. Ahora son los
paraisos fiscales los que muestran la falta de escrúpulos de tantos dirigentes
polìticos y económicos que aprovechando sus investiduras y sus estrechos
círculos de poder (mafias) han esquilmado las arcas públicas que a todos nos
pertenecen. ¿Hasta dónde llegaremos? ¿Seremos capaces de darles una paliza en
las próximas elecciones?. Lo más triste es que el panorama no es muy alentador.
Los corruptos tienen tanto control que hasta algunos medios de comunicación
(los más poderosos) se han amangualado con ellos ya sea para minimizar la
gravedad de lo que nos sucede o, lo que es peor, intentar tapar cada una de las
ollas podridas que se van destapando. ¡Qué tristeza!
http://dontamalio.com/columnistas/dagoberto-p-ramo-morales/marketing-religioso
dparamo@uninorte.edu.co, dagobertoparamo@gmail.com
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