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REALIDAD CONTEXTUAL Y MARKETING EN COLOMBIA. Dagoberto Páramo Morales


Muy a pesar de la postura asumida por muchos “expertos” en marketing pretendiendo desconocer el peso que tiene la realidad contextual de los mercados en la concepción e implementación de las estrategias y los programas de marketing, este postulado fundamental cada día cobra más vigencia. Basta contemplar las contundentes diferencias existentes entre las regiones en Colombia para darnos cuenta que cada decisión exitosa ha debido estar precedida, inevitablemente, de un profundo y serio conocimiento de las circunstancias que rodean la acción empresarial. La realidad contextual es definitiva para alcanzar el éxito organizacional.
Son tan grandes estas diferencias entre una región y otra que pareciera que, desde la perspectiva cultural, viviésemos en países distintos. Es tal la diversidad cultural prevaleciente que en cada una de las regiones que componen nuestra nacionalidad, se aprecian expresiones del marketing que poco se parecen entre sí. Estos mundos tan disímiles son los que explican, en parte, las razones de la existencia de empresas que por no haberse podido "acomodar" a cada segmento de mercado que han intentado atender, han fracasado y en consecuencia han derrochado significativos recursos.
Por el contrario, aquellas que han sabido dimensionar cada cultura regional y sus propias complejidades son las que han sido capaces, a partir de comprender a sus potenciales consumidores, conquistarlos como compradores pero sobre todo conservarlos como clientes: base del éxito empresarial.
Para estas empresas que han logrado posicionarse de acuerdo con los requerimientos de los mercados atendidos la tarea no ha sido fácil. Es apabullante el simplismo que se le ha impregnado al marketing desde todas las esferas, incluso desde las académicas. Facilismo asociado  de manera irrebatible, a una falta de conocimiento de los fundamentos que le han dado vida al marketing como disciplina –algunos hablan de ciencia- contextual. Las evidencias nacionales e internacionales no dan espacio a la duda.
Los hechos han demostrado la poca probabilidad, aunque se afirme lo contrario, de poder desarrollar un marketing estandarizado. En mayor o menor medida todas las multinacionales han tenido que hacer ajustes para “encajar” en los mercados atendidos. La llamada homogenización mundial del marketing no es más que una ilusión simplista y facilista. A través de ella se ha querido justificar la "adopción" –no la ”adaptación”- de modelos y esquemas desarrollados para otros ambientes, para otras realidades socioculturales. Y ello se debe en parte a que los simbolismos y el fenómeno de consumo prevalecientes se han traducido en distintas prácticas comerciales en otros universos. Es así como muchos programas de marketing funcionan en otros lados pero no tienen cabida en nuestra particular realidad.
Una rápida hojeada a los diversos grupos humanos que conforman la naturaleza multirracial desde nuestros propios orígenes es suficiente. Nuestra herencia colectiva está impregnada tanto por los vestigios de diferentes culturas españolas (andaluces, vascos, catalanes), distintas cosmogonías indígenas (chibchas, tayronas, muiscas, panches, pijaos, quimbayas) y múltiples orígenes africanos (mandinga, viafra, lucumí, bantú, caravalí), como por la influencia de las inmmigraciones sirias, libanesas, palestinas, chinas, alemanas. Y ni qué decir de la influencia estadounidense en nuestro actual estilo de vida. Ello explica en buena medida las diferencias que tenemos entre vallunos, paisas, pastusos, bogotanos, barranquilleros, tolimenses, caucanos, guajiros y llaneros -por solo nombrar los más reconocidos-. Las distancias que nos separan son innegables y más aún cuando éstas también se perciben en el interior de cada uno de estos grupos humanos.
Estas diferencias culturales también se hacen evidentes en la distribución socioeconómica de los espacios urbanos y rurales en los que habitamos los colombianos. No es lo mismo hablar de quienes residen en las zonas más pudientes de las ciudades en términos de sus deseos de consumo que quienes viven en las áreas más deprimidas. Sus comportamientos como consumidores son, en muchos aspectos, absolutamente diferentes y ello exige, como consecuencia "lógica", decisiones distintas a fin de estructurar ofertas atractivas, diferenciadas y competitivas.
Por ello, practicar el marketing en Colombia significa mucho más que leerse unos cuantos libros de texto de los "clásicos" del marketing y repetirlos de manera mecánica y sin sentido contextual, sin poder comprenderlos en toda su dimensión. Se trata, sin duda alguna, de saber qué es lo que pasa en el interior de cada grupo hacia el cual se van a dirigir los esfuerzos del marketing frente a cada categoría de producto, con la plena convicción de que en cada ser humano que lo conforma se anidan varios consumidores con motivaciones distintas. Desarrollar un mercadeo en Colombia siempre será mucho más complejo que hacerlo en otras parte del mundo por los matices culturales que se mantienen en nuestra propia nacionalidad. Al menos esa ha sido la experiencia de las empresas colombianas y multinacionales más exitosas.


ALFILER: ¿Llegará el día en el que la llamada “democracia participativa” pueda materializarse sin que los políticos tradicionales hagan todo lo posible –legal e ilegalmente- para que no se implemente? Son tantos las trabas legales que su práctica solo ha servido para disfrazarla de “participación popular”, sin que la población tenga la posibilidad real de expresarse. Y cuando lo hace, entonces, surgen los vericuetos jurídicos para desconocer sus decisiones.

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