Ante la
avalancha de acontecimientos que nos atosigan cada día vale la pena hacer un
alto para reflexionar sobre el futuro que entre todos podemos construir. En
medio de los aciertos logrados y los errores cometidos tanto por los gobernantes
que han dirigido los destinos de nuestro departamento como por la ciudadanía
que trata de despertar para tomar parte activa en su propio destino, el
marketing territorial –en este caso, departamental- es una herramienta que nos
puede ayudar a delinear e implementar un verdadero proyecto colectivo. Al menos
esa ha sido la experiencia en otros lados del mundo donde se han puesto en
práctica sus postulados y sus principios y, en los que son innegables los beneficios
obtenidos.
A diferencia
de otros investigadores, sugerimos que trabajemos en la creación y construcción
de una “marca región” y no solo de una “marca ciudad”. Hacer ingentes esfuerzos
para convertir solo a Ibagué en un producto territorial a mercadear, es perder
la posibilidad de encontrarnos, como tolimenses, en el camino de un sueño
colectivo y unas esperanzas de cambio que nos unan como región. Quedarnos solo
con el marketing de ciudad significaría perder la gran diversidad de atractivos
que tenemos a lo largo ancho de este territorio de bambucos y torbellinos.
Esta
precisión conceptual tiene varias implicaciones.
Por un lado,
significa tener una visión de departamento, hacia afuera –hacia el mercado-, es
decir visualizar a través del estudio, análisis e interpretación de las
tendencias del mercado de los inversionistas y el de los turistas nacionales e
internacionales, para formular las estrategias y los programas de marketing que
vayan a ser implementados. Esto exige un serio y cuidadoso estudio de las
ciudades y territorios competidores que están en capacidad de llevar capitales
y turistas; sus vocaciones, sus fortalezas, sus ventajas, sus imágenes, sus
historias.
Por otro lado,
se hace imprescindible mirarnos “hacia adentro”, hacia las condiciones reales
que tenemos, hacia las debilidades y deficiencias en infraestructura y
servicios públicos, hacia la terrible imagen negativa que tenemos de nosotros
mismos, hacia ese pasado histórico que cargamos de indolencia y frustración, pero
sobre todo, hacia la gente que en búsqueda del tan anhelado cambio social está
dispuesta a participar de manera activa en su ejecución.
Y es aquí
donde se requiere la reunión de todo tipo de esfuerzos en el que converjan
organizaciones de todos los sectores de la sociedad que puedan contribuir no
solo a la definición y proyección estratégica del departamento, sino a su
concreción de acuerdo con los plazos socialmente acordados y en función de los
recursos que previamente se hayan destinado para la ejecución del proyecto en
su conjunto.
Intentar
estos cambios implica al mismo tiempo desarrollar estrategias que desde lo
afectivo, lo cognoscitivo y lo comportamental acerquen a las autoridades y a la
sociedad entera para trabajar “codo a codo”, con compromisos no solo claramente
delimitados sino y sobre todo sincronizados bajo una agenda común que deberá
ser respetada a lo largo del tiempo y no al vaivén de los nuevos gobernantes
que creen ser los “adanes” de la creación social y política. Tiene que ser un
esfuerzo de todos y para todos. Tanto de quienes a diario viven en el interior
de nuestras culturalmente diversas fronteras como de quienes desde fuera
llevamos en la mitad de nuestras almas ese sello de tolimenses al que nunca
vamos a renunciar.
Esta
perspectiva significa, por supuesto, superar los transitorios y oportunistas deseos
de algunos candidatos y polìticos quienes más preocupados por convencer a sus
potenciales electores o a su obediente y engañada ciudadanía, solo registran su
“visión” del Tolima en las notorías del circuito, o en sus discursos
veintejulieros de “defensa” de lo nuestro, demostrando casi siempre, una
verdadera y deplorable incapacidad para materializarla cuando ascienden al
poder.
Un proyecto
global de construcción de la marca Tolima, implica adicionalmente, darle vida a
una organización social que de manera autónoma e independiente acopie los
recursos necesarios tanto para el estudio de las realidades –externas e
internas- sobre las que se va a actuar, como para la cristalización de todos y
cada uno de los planes formulados. Una estructura organizacional que pueda
darle coherencia a los esfuerzos destinados hacia los tres mercados sociales
involucrados: un mercado patrocinador
de estas ideas sociales que deberán transformarse en bienestar ciudadano
conformado por los potenciales inversionistas y turistas; un mercado organizador que se encargará de forma
voluntaria o remunerada a darle forma a la dimensión estratégica buscada y un
mercado consumidor, conformado por
los habitantes de la ciudad quienes van a recibir los beneficios directos del
aumento de visitantes sea en calidad de inversionistas o de turistas.
Este desafío
exige, si se está realmente convencido, destinar recursos públicos y privados para
elaborar un diagnóstico riguroso y serio –no politiquero y cortoplacista- sobre
lo que somos, lo que queremos, los valores culturales que nos mueven, las
creencias que nos impulsan, las costumbres que cada día luchamos por conservar.
Implica también, conocer dónde está esa musicalidad que nos ha caracterizado y
sus más connotados exponentes, saber quiénes son y dónde están los personajes
que nos representan en el mundo artístico, cultural y científico, descubrir las
verdaderas potencialidades que como destino turístico y de inversión tenemos
para atraer las miradas y los capitales nacionales y extranjeros.
El reto, pues,
no es nada despreciable y fácil sobre todo porque las dificultades surgirán por
doquier. Unas nacidas de la arrogancia oficial y otras del desparpajo privado
que espera que todo le sea resuelto. Todo ello frente a una ciudadanía que se
niega a creerle a tanto dirigente que todo lo ha prometido y poco o nada ha
cumplido, en medio de una región que se desmorona entre la corrupción y el
desgreño administrativo, que se cae a pedazos, con una imagen deteriorada en el
concierto nacional e internacional, en un desorden que cada visitante no
alcanza a digerir.
¿Hasta
cuándo asumiremos este reto de darle un rumbo al Tolima con responsabilidad y
seriedad personal e institucional? El reto es de todos y para todos. ¿No le
medimos a hacerlo? ¡Desde aquí estamos dispuestos!
ALFILER: A
pesar de tener gobernador en líos judiciales, a exgobernador detenido y a
exfuncionarios públicos condenados, el Tolima sigue resplandenciendo con luz
propia y las esperanzas de un futuro mejor siguen haciendo parte del inventario
de nuestros más profundos sueños.
http://dontamalio.com/2017/03/09/construyamos-nuestra-propia-marca-region/
Dagoberto Páramo Morales
http://dontamalio.com/2017/03/09/construyamos-nuestra-propia-marca-region/
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