Muy a diferencia de la creencia generalizada y practicada por muchos, la concepción del marketing no se reduce a la anquilosada y ya criticada mezcla de mercadeo (producto, precio, promoción, plaza) creada en la década de los años sesenta del siglo pasado, cuando por efectos nemotécnicos, se decidió reducir su vasta complejidad a una simple dosificación de ingredientes. Desde esta antigua concepción del marketing se ha llegado a tales niveles de simplicidad que en algunos casos pareciera que bastara con leerse un libro lleno de fórmulas salvadoras, escrito por algún “ experto ” para encontrar la solución estandarizada, acertada y brillante, sin importar ni las circunstancias ni las condicionantes que en cada realidad se puedan presentar. No ha querido verse –o aceptarse-, su esencia. El marketing es un sistema conformado por dos componentes claramente complementarios y concebidos para solucionar los problemas del mercado de acuerdo con sus propias realidades y en función de
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